25.3.05
Humbold sobre la Burundanga
En los caminos de las afueras de Santa Fé en todas partes Borrachera, la Datura
arbórea de flores blancas (en Almaguer descubrimos otra más eficaz, de flores
amarillas). Por la tarde sus flores difunden un exquisito aroma. Los indios preparan una
bebida mágica con la semilla del Borrachero, unas veces para ver arder las Guacas
(túmbas que esconden tesoros de los antepasados indígenas), a veces para narcotizar
una muchacha y violarla. La bebida se llama Tongo. Cuando Quesada llegó a Nemocón
en el Llano de Funza con sus guerreros, los indios dieron maliciosamente a los
españoles la bebida embriagante del Borrachero. Quesada, (así lo dice el mismo en la
Historia de sus expediciones. Véase Piedrahíta, quién utilizó el MSS.), se asustó cuando
vio a todos los suyos, todo el ejército enloquecido y aletargado, sin encontrar la causa. A
la mañana siguiente recuperaron el sentido; sinembargo (agrega el tan ingenioso como
valiente joven en sus MSS), me parece, “como si nos hubiera quedado a todos una
buena porción de locura, pues que otra cosa puede ser sino locura guerrear contra
indios inocentes, y abandonar su patria para robar objetos sobre los cuales no se tiene el
menor derecho”. Una singular confesión en boca de un conquistador. El sacerdote que
daba los oráculos
arbórea de flores blancas (en Almaguer descubrimos otra más eficaz, de flores
amarillas). Por la tarde sus flores difunden un exquisito aroma. Los indios preparan una
bebida mágica con la semilla del Borrachero, unas veces para ver arder las Guacas
(túmbas que esconden tesoros de los antepasados indígenas), a veces para narcotizar
una muchacha y violarla. La bebida se llama Tongo. Cuando Quesada llegó a Nemocón
en el Llano de Funza con sus guerreros, los indios dieron maliciosamente a los
españoles la bebida embriagante del Borrachero. Quesada, (así lo dice el mismo en la
Historia de sus expediciones. Véase Piedrahíta, quién utilizó el MSS.), se asustó cuando
vio a todos los suyos, todo el ejército enloquecido y aletargado, sin encontrar la causa. A
la mañana siguiente recuperaron el sentido; sinembargo (agrega el tan ingenioso como
valiente joven en sus MSS), me parece, “como si nos hubiera quedado a todos una
buena porción de locura, pues que otra cosa puede ser sino locura guerrear contra
indios inocentes, y abandonar su patria para robar objetos sobre los cuales no se tiene el
menor derecho”. Una singular confesión en boca de un conquistador. El sacerdote que
daba los oráculos