25.3.05

 

Humboldt arriba a SantaFe

Apenas se llega al Alto del Roble, se divisa enseguida una llanura cuyo término no
alcanza la vista. Aún cuando uno esté muy preparado para esta escena natural, no se
asombra menos de encontrar a esta altura una planicie tan parecida a las marinas. Uno
ha pasado cuatro días encerrado en desfiladeros en los que a duras penas cabe el
cuerpo de la mula;

Los ojos están acostumbrados a los espesos bosques, precipicios y montes rocosos y
de repente ve ilimitados campos de trigo en la planicie sin árboles. Y exactamente a esa
altura, a la altura de los más altos Pirineos, el Canigou, en esa atmósfera encarecida
han levantado los hombres una gran ciudad... En esta planicie se encontraron por
casualidad, sin acuerdo, 3 Conquistadores en 1535, Federman y Belalcázar desde el sur
y el osado Gonzalo Jiménez de Quesada desde el Opón, este último por caminos ahora
desconocidos y que no han vuelto a ser pisados, después de que saliendo de Santa
Marta, había pasado 6 meses sobre barcos de quilla en el Río Magdalena, y ya al querer
abandonar la expedición, fue animado a continuar en el Opón, debido a esta sal gema
que anunciaba la presencia de minas, y por malinterpretadas noticias acerca del Dorado
y de la Laguna de Guatavita. La mayoría de sus acompañantes murieron de hambre en
el camino entre Opón y la elevada planicie de la sábana de Bogotá, ellos se comieron
los cueros sobre los que dormían... En esta planicie disputaron los conquistadores por el
premio del Emperador y sin tener en cuenta la distancia, decidieron buscar en Viena al
Emperador para que zanjara la disputa... Qué ideas, despierta la vista de estas
praderas. Aun cuando estos trigales sonríen amablemente al europeo, sin embargo la
meseta tiene un carácter serio, triste y aún monótono a causa de la falta total de árboles
y la severidad del clima. Al Oriente se divisa una cadena de montañas a cuyos pies está
situada la capital.

En Santa Fé, la expectativa por nuestra llegada fue singularmente excitada. Yo había
escrito desde Turbaco al famoso Mutis que el sólo deseo de verle y de admirar su obra
me habían movido a preferir el camino por Popayán al inmensamente más corto por
Panamá y Guayaquil. Este sacrificio (y en realidad a causa del río Magdalena, no fue
pequeño) movió al Señor Mutis y a sus amigos a movilizar todo para proporcionamos un
recibimiento honroso. Habían situado botes a todo lo largo de todo el camino a partir de
Guaduas, para conocer el día de nuestra llegada. La fiebre de Bonpland y nuestra
permanencia en Guaduas hicieron que Don Pedro Groot y sus amigos nos esperaran
durante 10 días en Facatativá. Tan pronto como en el alto del Roble salimos del bosque
a la ilimitada planicie (las sabanas de Bogotá), ya encontramos carruajes y caballería
para continuar más cómodamente el viaje. De hecho, uno se asombra de encontrar en la
cumbre de una montaña de unas 1870 toesas de altura, coches de Londres con
resortes, y en la ciudad una cantidad de barómetros, termómetros, máquinas de
electrización, en la casa de Mutis telescopios acromáticos, que fueron enviados a
Londres en reparación y los cuales recorrieron felizmente el enorme camino dos veces.
A cuántos accidentes están expuestos todos estos instrumentos en el río Magdalena y
en el camino rocoso de Honda al Roble a veces apenas de 7 pulgadas de amplitud.

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